Mi barrio tiene fiesta, como en todos los barrios de España. Todos esperamos con ilusión esos días en que todos nos desatamos, bailamos horteradas que sin fiesta no bailaríamos, bebemos en grupo, comemos en grupo, nuestras tortillas, nuestras empanadas. Cada uno trae su manjar y lo comparte. Cada uno trae sus cubiertos que al final se comparten porque siempre faltan, algunos acaban perdiéndose o en el suelo, eso es lo de menos. En las fiestas nos ponen una carpa, ya que este país es lluvioso y nunca se sabe como vamos a acabar, también si hay sol se agradece. En la carpa ponen multitud de mesas, miles de mesas para que nosotros pongamos nuestros manjares. El primer día de fiesta no solemos traer nada, por lo tanto nos conformamos con sidra y algunos frutos secos que vayan cayendo.
Llegamos a la fiesta, nos sentamos felices y se nos acerca la camarera que nos dice que estas mesas son solamente para cenar. Nos quedamos un poco estupefactos, nadie cena en esas fiestas, ni menos en plan cena, se pica algo, un chorizo, unas costillas máximo y con la que está cayendo, menos...La cosa es que le dijimos que sí picaríamos algo.. Al cabo de unas horas los niños tienen hambre y efectivamente cenamos, pedimos 4 raciones de chorizos criollos y 4 de costillas. Una pasta. Fijense bien, las costillas venían en una fuente de aluminio de papel Albal, los chorizos también, al lado palillos para poder picarlos, sin tenedores, no platos ni mantel ni nada. O sea que estaban para cenar, pero para cenar en que condiciones? O sea nosotros te damos la pasta y tu nos sirves como el culo. Pues si señores, aceptamos como idiotas ese trato.
Al día siguiente todos trajimos nuestras comidas de casa y la organización no dijo ni mu. Así va España, con gente buena que acepta que las mesas estén resevadas, pero también acepta ese trato, que no se merecen, que no nos merecemos pagar un dinero por ese trato. Yo doy, pero tú a mi no. No vale señores, hay que exigir, hay que exigir exactamente lo que te mereces. No más