Siempre llegamos a las fiestas de prao cargados de cestas, tortillas, empanadas, mantas, sombrillas, los más preparados y con experiencia en el tema llevan hasta termo y postre. Las fiestas de prao (prado...o sea en el campo) en España son en Verano, con orquesta, con mesas de plástico, toldo por si llueve, llevas tu comida, tu vino o sidra o lo que te plazca, llevas mantel, servilletas, platos, antes los llevabamos de cristal, ahora de plástico así todo va a la basura y no se rompe ni uno. A medida que vamos entrando en calor y sofocándonos (si es que te toca buen día) empieza el sopor, después de meternos todas las tortillas del mundo, las empanadas y la sidra, no es raro ver a la gente durmiendose en la silla o echando la siesta en el mismo prado. Ya pasa el momento horroroso ese del sopor y empieza a caer el sol. Esto sí que es lo mejor. Vuelve la merienda, tipo 8 de tarde y los rastrojos de empanadas, embutidos y demáses empiezan a devorarse. Y ahora sí, en serio empezamos con la sidra, la música el bailoteo discreto. Poco a poco empezamos a animarnos. De ser el discreto personaje sentado en una esquina, que ni siquiera comió en la fiesta, para no implicarse demasiado a bailar como poseso delante del escenario y contoneándose al compás de la música que algún día fué la canción de moda, bailamos con los vecinos o con aquella que nunca la hemos mirado, con niños que no son nuestros. Son las fiestas de pueblo, de barrio, de una urbanización. A mi me gustan, los niños disfrutan, claro que los pajarracos se aprovechan de tus vasitos de sidra para pedirte de todo, el padre va y le compra hasta pistolitas de sacar ojos. Digo padre ya que las madres, suelen tener eso del instinto de supervivencia más desarrollado en el sentido: Come! y el padre: Sobrevive! entonces ellas compran churros o bocadillos y ellos pistolas saca ojos.... Pero esa mezcla se complementa. A mi me tocó vivir la mía. Bailamos todos y cantamos todos, además esta fiesta coincide con la salida de las vacaciones de los niños. Todos felices. Bajamos de la fiesta cansados y medio sordos de la orquesta. Los niños con la ropa, la cara, las manos, los pies, el pelo, inmundos los pajarracos, pero nadie los baña, es tarde para esos menesteres. Al día siguiente todos estamos libres de polvo y paja. Y si te vi no me acuerdo.
Vamos subiendo la cuesta
ResponderEliminarque arriba mi calle
se vistió de fiesta.
Hoy el noble y el villano,
el prohombre y el gusano
bailan y se dan la mano
sin importarles la facha.
GENIAL CANGREJITOO
que gratos recuerdos cangrejito. Como la inolvidable bicicleta que rueda en verano.Seremos nosotros los que cambiamos con la edad o son las tradiciones pues parecen que hasta las fiestas de prao se han transformado en algo insulso. Para fomento de todos, diré que cuantos mas motivos de celebración mas motivos para reunir a la familia y demás. Salu2
ResponderEliminarGenial relato, Cangre, me encanta el humor que siempre le echas a la cotidianeidad... :-) Bechos! xxx
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