viernes, 15 de abril de 2011

Las maldades de la infancia

¡Madre mía que montón de maldades hicimos de pequeños! Tantísimas cagadas. Y mi madre dice que eramos unos santos. Que ahora los niños son diferentes. Antes hacíamos caso a los mayores dice, ahora no. Todos fuimos buenísimos de pequeños, siempre los actuales son los petardos.
Eso no lo tengo yo muy claro, ya que yo hice cantidad de cagadas con mis primos que nadie se enteró. Otras que sí se enteraron. Tengo unos primos maravillosos once en total, pero sólo los cinco primeros fueron los que marcaron mi infancia. Yo el mayor y el de las ideas. Incitando a los demás a hacerlas, animando a la maldad.
Una muy buena fue:
.-¿“Sabéis que hay una jaula llena de periquitos de colores con sus casitas y todo”?
.- “debe de ser la colección de un tipo”
.-” ya pero hay que liberarlos”
.- “¡¡eso liberarlos!!”
Había una jaula inmensa llena de periquitos pertenecientes a un señor que el adoraría, nunca lo supimos, cuando nos dimos cuenta que los periquitos salieron volando y máximo se quedaron en el árbol más cercano a su jaula, nos quedamos francamente flipados. Nosotros con palos y ramas los estimulábamos para que volvieran a entrar a su jaula y nada. Salimos pitando antes de que nos llamaran la atención o directamente nos mataran. Ahí supimos que los periquitos no saben buscarse la vida solos. Que terrible. Es que era miles.
Un día estábamos jugando tan tranquilamente y a mi siempre me intrigó que qué tendrían dentro los extintores de fuego.
.- “Oye, que la bomba esa si le sacas la cadena y aprietas, sale aguita”
.-”Ya, pero yo no hago todo, yo saco la cadenita y el primo me ayuda a apretar”
.-”¿Cómo?..¿yo qué?
.-”que la prima saca la cadenita y los dos apretáis”
.- “si , es que va a salir aguita” -dice una de las pequeñas
El exintor se encontraba en una despensa pequeña que tenía el edificio, ahí estaban, la prima y mi hermano agachados a cometer el acto que luego nos llevaría directamente a comprar el pan como castigo. Yo y una de las pequeñas estábamos mirando asomados desde el marco. La prima pequeñita no se encontraba en ese momento. Ellos empezaron a quitar la cadena, nosotros nerviosos desde fuera mirabamos, la pequeña detrás de mi. Ya cuando apretaron para que saliera con un ruido ensordecedor aquel polvo rosa, cubriéndolos en segundos pelo, ropas, piernas y exclusivamente a ellos. Salimos corriendo todos, sin saber exactamente que pasaba la prima pequeña gritaba desencajada de pánico:
.- “mamá mamá que el primo hizo una bomba”!!!!!
Evidentemente ella tapaba a su hermana. La tratamos de traidora, pero enseguida se nos pasó y volvimos a hacer cagadas juntos.
Cuando salieron los padres y los vieron absolutamente cubiertos de polvo, se les veían unos ojos horribles, la boca se notaba mucho y el pelo parecía lleno de harina, nos mandaron a comprar pan con esa pinta.
Tengo muchas que contar, ¡los cinco! Lo pasábamos genial . Hasta jugamos una vez a ver quién tiraba el huevo más lejos. Pero esa la dejaremos para otro día, que no están las cosas como para desperdiciar huevos.

2 comentarios:

  1. Jajajajajajajaja, pucha que la pasamos bien en nuestra infancia, jiji... Cagada tras cagada, jaja! No sé cómo quedó entero el kibutz después de nuestra pasada por allí... Yo creo que hay gente que todavía nos recuerda, y no precisamente para hacernos un monumento, jaja! El extintor nos dejó más rosados que la Pantera Rosa y con un susto que no se nos olvidará en la vida! :-) En suma, qué inconsultos y felices éramos... ;)
    Bechos! xxx

    ResponderEliminar