viernes, 8 de abril de 2011

La censura

En donde yo vivo hay un parque en el corazón de la ciudad. Es hermoso, seguramente antes fué un bosque. Tiene castaños, árboles centenarios, araucarias, magnolios, hermosas flores, bustos para los pintores, escritores, escultores, en general  para los personajes importantes del Principado. Estatuas para algún Obispo, antes estaba la silla del Rey, esa me gustaba que estuviese allí, siempre nos sentabamos creyéndonos los reyes por un momento. Tiene fuentes, unas cuantas, recuerdo una especialmente, la del angelito que estaba suelto. Cada fuente tiene su plaza particular, allí me juntaba de joven con los amigos del momento. Tocaban la guitarra muchos y la verdad amenizaban la tertulia. Al principio era un sitio tranquilo y alegre, acabaron los yonquis invadiéndolo  y tuvimos que cambiar de zona y de amistades, nos empezamos a dispersar.  Ahí fué cuando conocí a mis mejores amigos . A lo que iba, mi ciudad: Tiene sus estatuas, como todas. Pero hay una que realmente llama la atención es inmensa, tiene 4 hombres encima de un enorme pedestal  y están a compañando a otro señor que es de bronce sentado en su trono, ellos están por encima de él, como custodiandolo, de discreta no tiene nada. Son desnudos, con la cómica característica que sus genitales estas tapados con cemento, así a lo bestia, sin tallar, sin pulir, una censura de lo más natural del mundo. Podían haberles puesto una sábana o una hoja de parra, pero no, cogieron cemento y plaf plaf a ponerlo ahí sin disimulo alguno, es más, resalta lo que se quería en aquellos tiempos, esconder. Pero en el fondo hicieron bien en dejarnos esta perla de adorno, para que así jamás olvidemos el pasado. 
A veces pienso que la censura está bien, sobretodo con la cantidad de tonterías que se dicen por ahí, en los medios de información, gente que habla un segundo antes de pensar a gritos, de una manera vulgar, la boca tan abierta y el timbre de voz tan agudo que me enferman, solo les falta comer chicle. Deberían prohibir los programas esos de cotilleos.
Lo que ya llevo peor es la censura artística. Esa no tiene explicación, hablo de arte, de talento, de personas que se expresan con el arte y veten eso, el poder no expresarse o expresarse a medias como en este caso le pasó al artista que hizo la estatua ésta de la que os hablo, debe de ser frustrante. Lo que pasa es que pobre hombre necesitaría la pasta. 
Mira David, lleva siglos desnudo. Nadie se atrevió a ponerle un taparabos o una hojita de parra. 

3 comentarios:

  1. Y menos mal que nadie tuvo la bárbara idea de ponerle una plasta de cemento como en el caso de la estatua, ¡habría sido un crimen! A todo esto, ¿qué habrá pensado el autor de la estatua de Tartiere cuando vió esos pegotes donde él había esculpido portentosos penes? Capacito le dio un infarto... Y capaz que los que pusieron los pegotes murieron de cáncer de próstata... Habría sido justicia divina, jiji... ;)
    Besotes, prima, y que tengas un lindo (y libre de toda censura) fin de semana! xxx

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  2. lo malo no es que exista gente censuradora y tapen o borren "ciertas partes", lo terrible es censurarse a uno mismo. Taparse los ojos o mirar para otro lado cada día , varias o muchas veces, porque lo que ocurre nos escandaliza y ni quieremos verlo ni saberlo. Puedo hacer una lista y creo que será más larga que la de las estatuas u obras censuradas...

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  3. que bueno, me rie mucho..metaforicamente hablando tienes razon la gente no se reprime la boca se reprime del sexo..y es asi..Porque hay cada gil que dice lo que le viene en ganas, con una ignorancia fabulosa y con una falta de amor por el projimo..

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